lunes, 21 de enero de 2019

CHIKILICUATRES


Es por pura coherencia. Viniendo como vengo de un barrio trabajador y de obreros siempre he sintonizado con los postulados de izquierdas. O más bien, con los que hoy se dan en conocer como socialdemócratas. Lo que pasa es que como votante he sido infiel porque más que premiar lo que he hecho ha sido castigar. Y así ha sido cómo me he deslizado por el tobogán que conduce hacia el centro.

Sucede que el hecho de que te falle un partido de izquierdas es como que lo haga un familiar: duele más porque de según quién no te esperas que te defraude. Por mis manos han pasado papeletas de IU (el de antes demasiado utópico), del PSOE (demasiado corrompido por el poder) e incluso de Podemos, demasiada cara la del coletas que lo representa al vender austeridad y después comprar opulencia (véase su caserón).

Así, en este viraje que inicié hasta la moderación me creí representado por UPyD, hasta que conocí de su sectarismo interno, y ahora estoy en la opción de Ciudadanos, de quien me he llegado a creer que vela en cada momento por los intereses del español y de ahí a sus giros continuos para pactar con la izquierda y la derecha, según convenga.



O, al menos, espero que sea así, que lo que estén primando en este movimiento 'veleta' -que diría Santiago Abascal- sea el bienestar del conjunto de la sociedad, porque es que esta ya es mi última apuesta. Aquí me planto. Partiendo de la base de que creo que jamás votaré al PP y ni mucho menos a VOX, del que sí me gusta la firmeza con que defiende sus planteamientos, si me falla Albert Rivera seguiré ejerciendo mi derecho al voto, pero ya jugando a perdedor. O a reírme de hasta lo que no debería. 

Porque si hubo un momento en que la España rancia pareció reivindicarse contra los intereses políticos que siempre priman en Eurovisión mandando como representante a Rodolfo Chikilicuatre, no pasaría nada que yo condenara el descrédito y despropósitos de los servidores políticos dando mi papeleta a 'Escaños en blanco', a 'Posi' o al 'Partido Pirata', por poner unos simples ejemplos. 



MIRADAS CON ALMA
Será porque estoy muy sensibilizado con el cáncer. O será porque algunas de sus canciones sonorizaron algunos de los momentos más sentidos de mi vida. Así que cuando hoy domingo encontré entre las actualizaciones de Instagram a Pau Donés me detuve de inmediato.
El cantante de Jarabe de Palo, pude comprobar, se ha convertido es uno de los rostros más populares de ‘Alma’: un programa de la Obra de la Caixa, con forma de red social, que ofrece apoyo y formación a familiares de personas con enfermedades avanzadas. Y es por ello por lo que acompasaba una ‘mirada con alma’ con un testimonio profundamente conmovedor sobre los “ídolos que nadie conoce” del hospital donde está siendo tratado:
Me alucinó encontrar gente que da tanto sin esperar nada a cambio. ¡Ellos te quieren antes de conocerte! Y luego empiezan a cuidarte. Pero, de saque, lo que hacen es transmitirte un amor que tú no esperas”.
 “El trabajo de una enfermera en una sección de oncología es tremendo. Es un trabajo que necesita de un nivel de generosidad, de un nivel de amor, de un nivel de entrega, de un nivel de dadivosidad que yo hacía muchos años que no lo percibía”, remataba el cantante mientras se me ponían los pelos de punta por estar removiendo algo que tengo muy interiorizado.
Yo, a diferencia del catalán, no tengo el ‘cangrejo’. Pero estoy enfermo. Y por fortuna, también he venido teniendo en mis cercanías a una enfermera. A una amiga
 Por eso, empaticé tantísimo con lo que Donés decía. Y por eso decidí cambiar el argumento de lo que tenía pensado escribir esta noche.



https://www.lavanguardia.com/vida/20180809/451250042241/los-idolos-que-nadie-conoce-brl.html
https://www.youtube.com/watch?v=C6W5rn_XomI

sábado, 19 de enero de 2019

LICENCIADOS EN GOLFERÍA


Hoy me ha sobrevenido uno de los últimos encabronamientos que me generan los llamados servidores públicos a cuenta de la convención que ha celebrado el Partido Popular.

Y todo, porque veo que ha existido unanimidad en apoyar al joven, guapo y apuesto nuevo presidente de la formación de Génova. Un cara, todo sea dicho, que responde al nombre de Pablo Casado y que quizás algún día sea el encargado de dirigir los designios de España aunque sea por mor de la triple alianza que estoy viendo que se va a formar por todas partes y que parece que va a tener una única VOX (la suma de la del PP, la de Ciudadanos y la propia de los auto-considerados reconquistadores de Andalucía).

Bien, decía que llamo cara, y también fresco, al tal Casado porque aparte de haber hecho una tesis que ha suscitado mil y una sospechas, lo cual ya me parece  bastante fuerte, el hombre asegura, y de hecho presume, que fue capaz de sacarse media carrera de su licenciatura de Derecho en un solo año, lo que supone todo un insulto a la inteligencia de cualquiera que haya pisado mínimamente una universidad.

 

La universidad que le expendió el título abrió una investigación que al poco cerró sin encontrar nada sospechoso, lo cual manda huevos. Pero es que ni el pueblo, y ni mucho menos los que le jaleaban hoy, han puesto el grito en el cielo. Y así, claro, luego no nos podremos quejar ni extrañar de que el susodicho pueda cometer otro tipo de tropelías al mando de esta nación, que para esas artes son también alumnos aventajados esta clase de rufianes.

Ahora bien, en ese más que posible supuesto, yo no le culparé a él y ni tan siquiera a los incautos que le hayan podido votar. No, yo miraré hacia dentro, por un mínimo de pudor y dignidad profesional. Y me plantearé cómo es posible que los medios hayan pasado tan de puntillas por esta fragante sinvergonzonería, de la que el pájaro ha salido indemne y con la reputación poco menos que intacta.

En serio. Es para que los periodistas nos lo hagamos mirar. Porque es que si no todos podremos ser considerados iguales de golfos. Licenciados en golfería, vaya.

viernes, 18 de enero de 2019

AIROSO ANTE LOS FRENTES


A la vista de cómo los elogios me acabaron afectando no tuve otra que darlos por mal recibidos.

-“Hay que seguir el método de ‘Fulano’”, dijo el director dirigiéndose a mí.
-“Es una persona que siempre se crece ante las adversidades”, añadió aquel buen hombre en relación a mi persona en otro momento de la reunión.

De una cita de la que desconocía su existencia hasta que la puerta se abrió y vi salir uno por uno a los más reconocidos periodistas de la empresa con cara de pocos amigos y miradas de cierto desprecio hacia mí.

Y yo, que no sabía de qué iba aquella vaina, me acojoné. Repasé lo que había publicado ese día y concluí que era imposible que alguno de los comparecientes en el cónclave se hubiera sentido molesto por algo de lo que yo había escrito porque en honor a la verdad lo que había hecho el día de anterior era un reportaje muy chulo en el que ni me metía con políticos ni con amigos de algún gerifalte. 


Pero eso, el que me hubiera quedado tan bien mi artículo, fue precisamente el origen del problema, según pude comprobar después. Porque lo cierto es que una vez más volvió a despertar la admiración de quien mandaba, lo  que no sentó nada bien a los auténticos pesos pesados de la información que habían sido convocados. A plumillas avalados por sus titulaciones y muy buena publicaciones, a profesionales con mayúsculas a los que pareció no entrar en la cabeza que casi un recién llegado como yo fuese puesto como ejemplo de algo. Y claro, ya fue cómo después llegaron los recelos y hasta los celos, que fueron mis grandes enemigos a lo largo de mi trayectoria profesional, dicho esto con humildad pero con absoluta franqueza.

Viene esto a colación porque es justo en estos precisos momentos que estoy viviendo ahora en los que ya he dejado de maldecir aquellas frases que tantos problemas, y zancadillas, me ocasionaron. Y todo, porque en este laberinto en el que me encuentro me consuela la posibilidad de que “mi método” me pueda ayudar a encontrar una salida. Tengo que demostrarme que puedo y que volveré a ser una persona que “siempre se crece ante las adversidades”


jueves, 17 de enero de 2019

LA COMPAÑÍA


Me resulta muy reconfortante levantarme por las mañanas, encender el ordenador y darme una pasada por Blogger antes de atender las otras cuestiones que ocuparán mí día. Principalmente, por los datos que me muestra el menú de administrador de este blog, que no son todo lo precisos que quisiera, pero sí al menos significativos y alentadores como para seguir dedicando media hora de mi tiempo diario a añadir actualizaciones.

Son muchas las razones que incentivan mi bienestar:

-La audiencia (que es siempre anónima) crece paulatinamente. De ‘Laberinto’ siempre dije que era un blog semi clandestino porque muy pocas personas, diría que seis o siete como mucho, conocen de su existencia por mí. Y a pesar de eso, el número de visitantes diarios es cada vez. ¿Por qué? Pues porque sencillamente se ha corrido la voz de que hay un espacio en internet que merece atención. ¿Fuiste tú quien le dijiste a otro: oye mira esto? Porque yo te puedo asegurar que no lo he promocionado, salvo en un foro y de eso ya hace mucho.




-La audiencia es muy fiel. Quien viene suele repetir, incluso a unas determinadas horas. Y si no lo hace a diario, cuando regresa se preocupa en repasar las entradas antiguas. Y eso puede ser síntoma de dos causas:
1. Interesa saber cómo estoy, lo cual denota preocupación y empatía (gracias).
2. Interesan los temas de que estoy hablando, lo que es señal de que sé entretener (gracias también).

-La audiencia es diversa.  Y esto es la manifestación de que entra gente de diversas partes del mundo (USA, Alemania, Canadá, España...) o de los dos puntos anteriores.  Me explico. Yo puedo ver también cuáles son los post más leídos aparte del inicial, que es el que puede salir por defecto al principio de la home (la primera página que ves nada más meterte en Laberinto). Y puedo decir que ahora mismo los otros cuatro más leídos han sido:

1. La degradación, que versa sobre los métodos que usaron para tirarme a la basura (tema personal).
2. Medios de comunicación y banderas, que trata sobre mi gremio (profesional).
3.Como la mafia, que es un caso similar al primero pero tiene tintes del segundo (personal/profesional).
4. Gracias, Alma, que trata sobre mi mejor amiga, una persona que veo que ha despertado cierto interés viendo los resultados de otros post  (personal).

-La audiencia lee cuando quiere desde donde quiere. Laberinto tiene entradas de ordenadores y de dispositivos móviles, lo que supone que no siempre es repasado en el mismo lugar. Aparte, las horas de entradas son diversas.  

-Y la audiencia permanece. A tenor siempre de los datos, el visitante no suele entrar y salir, sino que viene para leer algo que sabe que le puede volver a gustar (en el caso de los que repiten) o para probar algo que le acaba llamando la atención (el nuevo). Y esta conclusión la saco por el tiempo que suele durar cada visita, que no suele ser inferior a lo que se suele tardar en  leer un post y puede llegar incluso hasta la media hora (ha leído muchos).

Bueno, pues poder extraer conclusiones objetivas sobre todo esto me ha alegrado el día.  Un día, dicho sea de paso, de ciertos sinsabores porque no avanzo todo lo rápido que yo quisiera en los frentes que tengo abiertos y eso me genera ansiedad.

En cualquier caso, agradecido por vuestra compañía. Y que sepáis que si me visitáis porque estáis un poco enfermos como yo, que aquí El Loco soy yo (este es mi post favorito).  

SUEÑOS PARADISÍACOS


Acostumbrado como estoy a soñar con cosas absurdas pero desagradables o con algo más de lógica, pero igualmente irritantes, celebro haber amanecido en esta mañana de jueves después de que mi subconsciente haya recreado una situación más placentera mientras dormía.

Resulta que por una extraña razón que no consigo recordar me tocó un viaje a Taiwán. Y que una vez llevado a la isla era acomodado por el director del hotel ¡al aire libre! en el que iba a ser hospedado en una de las mejores ‘habitaciones’. Se trataba de una duna de arena que me situaba por encima de aquellas que alojaban al resto de clientes y que únicamente se componía de dos palmeras que servían para adecuar la hamaca en la que iba a poder descansar. Y desde la que se oteaba una playa paradisíaca, con aguas de color turquesa y limitada por arena muy fina. La pena fue que el viaje era fugaz y que a las horas ya estaba en mi casa, donde pensaba presumir de la única foto que había hecho y que ni siquiera tuve tiempo a subir a la red de Instagram.




Me quedaba un poco con la miel en los labios, es cierto, pero cuando desperté tuve mucho mejor sensación que en esas otras ocasiones  en las que era protagonista, o espectador privilegiado, de situaciones mucho menos reconfortantes, más atroces. Y es que mientras trataba de descansar he llegado a soñar cómo el mismísimo Adolf Hitler ajusticiaba a una persona con su pistola a un solo palmo de mí.  Que es algo que te deja el cuerpo, y te hace levantarte de la cama, como ya vosotros podéis imaginar.

Total, que tan liberado me he sentido que nada más ponerme a funcionar he buscado el significado de este sueño por internet:

“Soñar con una playa paradisíaca propia de una postal de vacaciones quiere decir que eres una buena persona. La presencia del agua cristalina y la blanca arena demuestran tu pureza a la hora de relacionarte. No te gustan los prejuicios y sabes encontrar el encanto de cada persona nada más mirarla, aunque nunca utilizas tus impresiones sin antes corroborarlas. Esto es bastante positivo aunque es cierto que esa bondad te convierten en un objetivo ideal para personas que no toleran a la gente como tú. Ve con cuidado, aunque gracias a tu carácter, tus amigos no podrían ser más fieles”.

Bueno, pues encima ya sé que soy buena persona. Y que tengo amigos (realmente pocos de verdad) que no podrían ser más fieles. Pues mejor todavía. 

miércoles, 16 de enero de 2019

MI HOMENAJE


Hoy se cumplen dos años desde que nos dejara mi suegro. El suegro que todo hombre quisiera tener. Aquejado de una penosa enfermedad que convirtió en un tormento los últimos capítulos de su vida, pudo descansar en paz mientras dejaba una huella imborrable entre todos cuantos lo conocimos. Entre aquellos que supimos de su bondad, de su sencillez, su prudencia y sus largos silencios.

Tengo una anécdota maravillosa que resume a la perfección de quien se trataba este buen hombre. Este señor que lo era de su casa (y de su familia) y que me acogió con los brazos abiertos pese a que llegué para llevarme a su "grande". 

Resulta que a los pocos días de comprarme mi flamante coche de segunda mano me lo llevé al sitio en el que trabajaba. Y resulta que a la salida de una larga jornada laboral una compañera me pidió que la llevara a casa, con tan mala fortuna que tras acceder a su pretensión la batería del Seat se descargó al parar en un semáforo en rojo. Y allí que me quedé clavado yo, con mi vehículo recién ‘estrenado’ y una señorita en minifalda a la una de la madrugada de un lunes cualquiera. Casi nada.

O, mejor dicho, nada. Porque yo de coches, tieso. Y ya de baterías menos todavía. Pero es que encima, tan pegado estaba yo como conductor que ni se me ocurrió llamar al seguro, que lo tenía pagado. Tela. Por si fuera poco, el mecánico que había hecho de mediador en la venta, primo de mi mujer, con el móvil apagado. Y claro, yo me quería morir en aquella carretera de Aragón que era tan larga que ni se le veía el final.



Total, que tras darle muchas vueltas a la cabeza, el remedio fue pedir auxilio a mi suegro por medio de la hija, a la que expliqué la situación con todo lujo de detalles (sic). Y así hasta que al rato apareció el hombre, que no sólo me sacó del apuro sino que asumió el problema con total naturalidad y jamás me dijo nada de la compañía. Ni una mala cara, ni una indirecta y ni un comentario. Bien, pues como esa podría contar varias más.

Por eso que no le extrañe a nadie que lo quisiera tanto o que deseara con todas mis fuerzas que como hizo con su hija le hubiese transferido por genética a la mía algo de su forma de ser. O incluso, que me pese como una auténtica losa el no haber estado a la altura cuando se fue apagando poco a poco. Hablamos de mediados de 2016 y yo ya estaba atrapado por mi problemática laboral, por los puteos que dieron paso a la ansiedad y el trastorno depresivo. Al estar ausente cuando quizás se hubiera necesitado de mi ayuda con él. 

No es excusa, lo sé. Pero al menos me queda la tranquilidad de haberle tratado con anterioridad tan bien como se merecía. Me ganó, me tuvo y le dí todo cuanto pude (sin que pidiera nada) porque lo único que recibí de él fueron estímulos positivos. Eso fue lo que le bastó conmigo a este gran ser humano. 

Por eso, en este que se trata del post número cincuenta del blog, no encuentro mejor motivo que rendirle un pequeño homenaje. Tu yerno y tu nieta te quieren. 


lunes, 14 de enero de 2019

QUÉDATE CONMIGO


Hay señales que parece que me está enviando la vida y que no pienso ignorar. Y es que resulta que a un viejo amigo de la infancia le ha entrado un ataque de melancolía y ha creado un grupo de WhatsApp al objeto de reunir a aquellos chavales que formamos una gran pandilla en el barrio donde crecí. En el lugar donde contábamos todos con todos y alargábamos las noches de viernes con un "quédate conmigo" dirigido al que amagaba con volver a casa y dejarte solo.

A mí, hasta hace poco, estas cosas me daban un poco de yuyu. Porque aunque es verdad que siempre me supuso un inmenso placer reencontrarme con aquellos que contextualizan los mejores pasajes de mi vida, los que me retrotraen a capítulos inolvidables de la infancia, también pensé que siempre corría el riesgo de cruzarme con el típico atravesado que sabía que no te iba mal y que te empezaba a tocar los cojoncillos a cuenta de no sé qué pollada. Suena pedante, o a lo mejor hasta a paranoia, lo sé, pero es verdad que siempre tuve la piel muy fina y que el que ha estado en mi situación sabe que digo las cosas como son.



Ahora bien, aunque ahora esta posibilidad se multiplica por dos, pues va a resultar, ya lo verán, que el que jamás leía antes el periódico sí que lo hacía y de cabo a rabo, con las consiguientes dudas que le habrán creado mi ausencia, voy a tener otra nueva oportunidad de saldar cuentas pendientes si es de verdad que quedamos. Pero conmigo mismo, y con independencia de que en el grupo ya me hayan lanzado alguna indirecta que no me hizo gracia.

Me explico. Es frecuente que me queje un poco de mi soledad, de que haya echado en falta el apoyo de gente que creía que estaría, pero también es hora de que me plantee qué pude hacer yo mal para que esto haya acabado siendo así. Y a bote pronto advierto que fui un pelín dejado. Que quizás no estuve a la altura de quien esperaba que me hubiera prodigado más con los cafés y las cervezas aunque sólo fuera para convertirme en el delator de chismes de deportistas.

Tengo coartada, sí. Porque después de trabajar de martes a domingo como una mala bestia lo que me pedía el cuerpo la mayoría de los lunes en que descansaba era aprovechar para estar tirado en el sofá. Tirado o dormido, porque podía tener la cabeza como un auténtico bombo. Pero aún así, admito que sacando un rato de aquí, o un rato de allá, se puede cumplir con todo. Y, de hecho, estoy disfrutando de un ejemplo que me debe poner en el camino. 

Es el de Alma, mi mejor amiga, que ayer mismo se almorzó una pizza mientras me escuchaba. Y encima, sin permitirme que al final le diera las gracias. Para comérsela (ya saben que me refiero a la pizza) y para que yo mismo tome nota de cómo se hacen las cosas.


LUNES AL SOL


Ver derrumbarse a mi tío, al gran profesional de la información que fue durante algo más de veinte años, se trató de una de las grandes lecciones que recibí de cara a mi aterrizaje en ese embriagador, pero a la vez pernicioso, mundo del periodismo en el que finalmente me introduje siendo vocacional y en el que fui creciendo como autodidacta.

Acostumbrado como estuvo a desempeñarse en el grupo periodístico más selecto en España de los años ochenta, trabajando codo con codo con compañeros de ‘Tiki y Taka’ e incluso con algún truhán propio de Mujeres, Hombres y Viceversa, a mi tío le resultó muy duro caer en el olvido. Principalmente, insisto, porque su nombre estuvo muy en lo alto del cartel. O porque otros profesionales del sector, con los que alternaba más noches que días, le habrían podido echar una mano para rescatarle del paro. En definitiva, toda una suerte de drama que viví de cerca viéndolo hundirse en el sillón pero que, por fortuna, acabó superando con el paso del tiempo.

Aunque claro, ya por entonces yo había aprendido lo qué no iba a hacer si algún día lograba seguir sus pasos. Al punto de que me acabé convirtiendo en un periodista poco al uso. Huí de los falsos amigos, convertidos en aduladores, y pocas veces me dejé ver en ‘saraos’ del gremio. Por eso tampoco es de extrañar que tampoco me prodigara en exceso en los programas de diferentes medios a los que frecuentemente era invitado, aunque esto no respondía a mi poco agrado por representar el rol de periodista de uno de los medios más importantes de la ciudad sino a otra lógica. Esta es, tiempo que invertía en ‘codearme’ y en alimentar mi ego era tiempo que perdía en trabajar e investigar. ¿Craso error? Puede que sí, sobre todo ahora que lo que se lleva es el periodista que se cree más importante que la noticia. El que antepone su opinión a la información.



O puede que no que no me equivocara. En primer lugar, porque tampoco creo que esa gente me hubiera podido ayudar ahora, porque es que aparte de sus posibilidades eran, y son, limitadas en un sector que poco a poco se cae en pedazos, tampoco es que fueran amigos. Y fundamentalmente, porque huyendo de hipocresías y vanidades indigestas yo fui a lo mío y me acostumbré a retroalimentarme con placeres de los mal llamados menores. De hecho, aquellos lunes en que descansaba generalmente prefería pasarlos en chándal. Cómodo y haciendo lo que me gustaba, que a lo mejor era simplemente estar tirado en el sofá o estar con mis colegas de toda la vida en la placeta en que vivía. Alejado de un mundo que sabía que era de mentira.

Así, y sin tampoco prodigarme en redes sociales, aunque esto fue por otras razones, fue como alimenté una cierta fama de 'rara avis', de bohemio, de excéntrico. Eso es rigurosamente cierto, qué disparate: excéntrico por querer estar detrás de la cortina tras tantísima exposición como a la que estaba sometido. Pero bueno, así fue como también me preparé sin saberlo para esos otros lunes al sol que ahora estoy viviendo. Y eso sí que lo estoy agradeciendo en la tarea de levantarme. Que lo haré. Que nadie lo dude.

sábado, 12 de enero de 2019

MESSI FALLA PENALTIS


El mundo del fútbol y en especial sus aficionados se encuentran en estado de shock. Resulta que una ex novia de Cristiano Ronaldo le ha tildado en Twitter de “psicópata” y “trastornado mental” después de que encima otra joven le acusara de haberla violado con anterioridad, lo que no ha hecho más que aumentar la conmoción y la sorpresa.

Pero lo cierto es que a mí esto no me asombra de manera especial. No porque sea más listo que nadie, sino porque mis años en el periodismo deportivo me hicieron conocer hasta qué punto pueden llegar a ser también de sirvergüenzas ciertos futbolistas de élite –no generalizo porque hay de todo– y además, porque sé la ceguera que gobierna a sus fans. Tan guapo y atlético como es el portugués le ven triunfar en el ‘verde’ y seguro que se creían que era también modélico en otros órdenes de su vida (ja!), por lo que no les entra en la cabeza que el ahora punta de la 'Juve' se pueda tratar de un depredador sexual y no de un estudiante ejemplar, el vecino agradable que te abre la puerta del ascensor o el cinematográfico galán.

Pero es que si me cruzo de acera me encuentro algo parecido. El argentino Leo Messi, idolatrado también a más no poder, fue condenado a 21 meses de prisión por tres delitos fiscales y la respuesta más sonada de la afición, en este caso la del FC Barcelona, fue crear una campaña avergonzante ("Todos somos Messi") en la que se pedía su absolución por ser presunta víctima de una conspiración del Estado para desestabilizar a las figuras del rival del Real Madrid. Vamos, para mear y no echar gota, como lo fue también la coartada del argentino: aseguraba que no sabía nada de paraísos fiscales porque las cuentas se las lleva su padre. Que es algo que ya desató mi hilaridad, porque si algo aprendí también en mi oficio es que la principal preocupación de un jugador en activo es siempre el dinero. Por mucho que tenga. Primero el dinero, después el dinero, más tarde el dinero y ya después lo demás, desde una perspectiva generalmente egoísta: mi familia, mi carro, mi imagen en la prensa, mi futuro, mi empresa, mi ropa, mi perfume, mi consola, mis zapatos, mi peluco...  y hasta mi piso de alquiler para pasar noche de vino y rosas con las queridas.




Eso sí, al astro azulgrana le debo una lección que me sirvió para hacer más llevadero el ejercicio de mis tareas informativas. Resulta que un día fue objeto de portadas de periódicos porque había fallado un penalti. Porque el que se trata posiblemente del mejor jugador de todos los tiempos marró desde la suerte última de los once metros. Y aquello, que era noticia, me iluminó a mí la bombilla. Si él, que es un auténtico astro de lo suyo, también cometía errores, con más razón podía meter la pata yo que no pasé de ser un buen periodista, según quienes me conocían. Y ojo, que la reflexión no fue cualquier cosa.

Porque es que una palabra a la que le faltara una letra, una información inexacta, un titular con alguna errata o alguna exclusiva que me pisara la competencia me podían llegar a joder el día al punto de dar por mala cualquier investigación cojonuda o de hacerme creer el más vulgar de los plumillas. La búsqueda continua de la perfección a todos los niveles me atenazaba y Messi me hizo entender que no existía y que yo debía aprender a convivir con el error. Fue entonces cuando mejoró un poco mi calidad de vida y no me pesaron tanto descuidos como el que tuve un día en un subtitular llegando a referirme precisamente al entonces delantero del Real Madrid como CR11 en vez de como CR7. Algo absolutamente verídico y por lo que llegué a pasar vergüenza.

viernes, 11 de enero de 2019

COLOMBO Y GADGET


Si pusieran mi nombre y mi primer apellido en el buscador de Google una de las primeras entradas que encontrarían sería la que enlaza con el artículo en el que otro periodista me ensalza por mis incursiones en la investigación, una de las ramas del periodismo en las que más me prodigué durante los últimos diez años. Según en qué condiciones es una disciplina que no me desagradaba desarrollar pese a que podía resultar ingrata por el poco premio que podías obtener tras una larga jornada de curro. Aunque el hecho de que -humildemente dicho- fueran bastantes las veces en las que gritaba ¡eureka! no hizo más que animarme.

De ahí precisamente a que desde que me comenzaron a putear en la empresa y yo así me empezara a plantear la necesidad de tener que reciclarme una de las primeras opciones en las que pensé fue en la de convertirme en detective privado. A fin de cuentas, la inversión que iba a necesitar no resultaría desproporcionada. Y aparte, las capacidades parecía que ya las tenía, vuelvo a redundar modestamente. De hecho, recuerdo con mucho cariño que uno de los entrenadores con más partidos a sus espaldas del plano nacional, un profesional muy respetado en su gremio, me llegó a bautizar amistosamente con el apelativo de Colombo. Y todo, porque tras verme trabajar, y sufrir en más de alguna oportunidad mis preguntas e insistencias, decía que yo era como el pertinaz investigador de ficción, pues aparte de fumar tabaco maloliente transmitía una falsa apariencia de despistado de la que también me valía para acabar resolviendo todos los casos, siempre según su opinión. Que era seguramente exagerada, pero halagadora y divertida.





Lo que pasa es que una cosa es la ficción y otra la realidad, como bien me recordó mi amigo José Luis Noruega. Y lo que pasa además es que me conozco demasiado bien como para embarcarme en semejante aventura. Porque con independencia de que iba a precisar una titulación muy exigente, y de que me iba a ver obligado a frecuentar lugares sórdidos en horarios intempestivos, me temo que iba a volver a convertir mi existencia en un vivo para trabajar. Y es que yo no iba a poder cargar a las espaldas con la posibilidad de llegar a acumular asuntos pendientes. Es más, sé que esa opción iba a disparar mi ansiedad y me iba a terminar de costar la salud, porque me conozco y sé que soy muy exigente conmigo mismo. 

Así las cosas, mi primera opción real laboral de futuro sigue estando en magistratura, porque si ganara el juicio conseguiría un puesto de trabajo fijo para desarrollar mi oficio. Y si esta posibilidad se viniera abajo ya apuntaría a otras. Sugerencias he recibido muchas y muy variadas para convertirme en el hombre que (creo) nunca seré: dedicarme al montaje de espectáculos o eventos deportivos, crear una empresa de representación de deportistas, ponerme al frente de un kiosco, montar una churrería o una auto-lavandería, crear una especie de gabinete de prensa o incluso dedicarme a escribir literatura erótica. Sí, porno y erótica, como suena y por indicación precisamente de una mujer que tenía cierto criterio (olé). Pero ahora que parece que he visto alguna luz puedo decir de lo anterior que frío, frío. Que, por ahora, nada más lejos de la realidad, que es justo como se encontraba de sus casos el Inspector Gadget. El que a mí me gusta realmente.

jueves, 10 de enero de 2019

GRACIAS ALMA


Empiezo a tener la sensación de que tienes que verte en el fondo, o muy ligero de equipaje, que diría Pepe Mújica, para que sepas apreciar en su verdadera dimensión los regalos que te hace la vida.

Y en estos tantos meses que llevo de baja el regreso a la mía de mi amiga Alma ha sido uno de los mejores. El mejor, corrijo sin riesgo a equivocarme.

Siendo como es una persona trabajadora, madre de familia y principal encargada de sacar adelante su casa, ha estado, y está, dispuesta a sacrificar parte de su poco tiempo libre para interesarse por mí y la problemática que me embarga, justo diez años después de que nos conociéramos y nueve desde que nos distanciáramos de manera total y absoluta.

Y oír cómo rebaña el plato o lo lava mientras me atiende al teléfono, pues es que posiblemente no tenga otro momento para hablar conmigo, sencillamente me resulta conmovedor. Muy revelador de hasta dónde alcanza su generosidad al otro lado del hilo.

Porque es que aparte, ella es de las personas que no sólo te oyen, sino que te escuchan. De las que muestran interés por lo que estás diciendo hasta que llega su momento y te interrumpe por una duda o sólo para compartir sus secretos, que tienen para mí un valor incalculable porque se nutren de la mucha confianza que veo vuelve a depositarme.




Puede que entienda que cuando sólo era un dibujillo animado yo le ayudara a salir del bache en que se encontraba por apoyarla, orientarle y abrirle los ojos ante diferentes realidades. Pero sí es así, si ese es el poso que le quedó de aquellas entrañables noches de confidencias en las que estuvimos juntos hasta el final, ya me lo está devolviendo con creces.

Y puede que ahora que se ha convertido en toda una mujer situemos en mínimos los cálculos del anuncio de Ruavieja  (preveo un único día y pocas horas, como mucho) porque lo cierto es que nos encontramos a muchísimos kilómetros de distancia y cada uno tiene su propio proyecto de vida.

Pero que tengas muy claro Alma, si es que no borraste la dirección de este blog y me estás leyendo, que si algún día me vuelves a necesitar de verdad no tendrás que pedirme que me coja un avión y me plante en La Coruña, porque es que antes saldrá de mí.  

Entretanto, sólo me queda corresponderte a la altura de la gran amiga que estás demostrando ser. Siempre me alegraré a más no poder de que las cosas te vayan tan bien, siempre te aconsejaré en la medida que te sirvan mi experiencia o mis puntos de vista y siempre te apoyaré en todo lo que hagas o decidas. Esa, por pura expresión de química, será mi forma de hacerte ver que te aprecio. Bueno, que te quiero

Te lo debía.


miércoles, 9 de enero de 2019

TODO SE DESVANECE


He conocido de empresarios que se emborracharon de poder, que se creían inmunes ante la ilegalidad, que incluso presumían sin pudor de tener capacidad e influencia para orientar el criterio de los jueces y que ahora están temblando ante la proximidad de unas sentencias que (todo apunta que) serán condenatorias.

He sabido de constructores que vivieron por encima de sus posibilidades, derrocharon y se esnifaron el dinero de humildes compradores y decentes proveedores a los que abocaron a la ruina, hasta que dieron con sus huesos en un sombrío penal después de dejar también sin casas a los familiares que los avalaron.

Además, he tenido constancia de dirigentes deportivos que reincidían en la golfería porque nunca los cazaban, llegaron a creerse más listos que la ley y ahora suplican cada día para no tener que pagar también con cárcel cada una de sus fechorías.

Por si fuera poco, he visto cómo regidores que lograron perpetuarse en el cargo y que así degeneraron en la soberbia del bastón de mando, sucumbieron ante la tentación del dinero ilegal y fueron apresados al salir de casa, que quizás no vuelvan a pisar hasta pasado un buen tiempo.



Y finalmente he visto la humillación a la que fueron sometidos periodistas que un día se creyeron intocables, los jefes del chiringuito, y terminaron arrugándose, y arrastrándose, ante los abusos de la empresa que un día les hizo fuertes.

Han pasado meses, años o incluso décadas, sí, eso es cierto, pero a todos aquellos que se creyeron por encima del bien o el mal, abusando del poder, de influencias, o de canalladas, los he visto caer de una u otra manera. De cerca y con mis propios ojos. Como a las torres gemelas.

Por eso, he de admitir, se hace más liviano y llevadero el rencor que siento por aquellos que quisieron hacerme la vida imposible eliminándome del mapa.  Aquellos que me han echado de la profesión, como dice mi psiquiatra, y me han obligado a reinventarme. "Tú arrea, por si el karma no existiera”, cantaba a modo de rap una de las deportistas más curiosas que jamás he conocido. Pero sé, por experiencia, que no hará falta, que el karma sí que arrea. Que nada permanece, todo se desvanece

Tiempo al tiempo.