viernes, 4 de enero de 2019

LO ESTOY INTENTANDO


No quiero sucumbir ante la tentación que supone habituarme a tomar un tercer lexatín por las noches para así reducir los efectos de la ansiedad, porque a fin de cuentas mañana volveré a tener más y corro el riesgo de convertirme en un adicto a las pastillas si es que no lo soy ya. Es por ello por lo que me cuesta algo más conciliar el sueño y estoy volviendo a intimar con la medianoche. Con el momento del día en el que me quedo a solas con mis pensamientos.

Es entonces cuando claudico ante la evidencia. Habiendo traspasado el umbral de los cuarenta siento que he consumido más de la mitad de mi vida y que en lo que me resta no será fácil completar los deberes que tengo medio hechos, porque es que para algunos no creo ya tener la edad y para otros ni siquiera voy a tener la oportunidad. Aún así, termino concluyendo, lo estoy intentando. Y eso es ya algo para no dejarme doblegar ante el pesimismo y el yugo de lo incierto, siempre incrustados entre el algodón de mi almohada.

A saber:

Disfruto todo cuanto puedo en mi papel de padre. Mi hija es lo primero y despierta lo mejor de mí, aunque a veces ponga a prueba mi paciencia o me genere estrés. La amo de aquí hasta el infinito y sólo espero no faltarle cuando de verdad me necesite, lo que se ha convertido en mi principal temor de cara al futuro. Intentaré no fallarle mientras esté.



No escatimo en cariños. A falta de la chispa que aviva la pasión, intento que a mi mujer no le falten ni mis sentimientos ni mis afectos. Ni siquiera, mi galantería. Cuando piropeo a la chica, también lo hago a la grande, y así intento que no se sienta desplazada, porque es que antes todos los cariños eran para ella. Qué menos, a tenor de su comportamiento. Siempre en la boca con una palabra dulce y agradable. No me tengo por el esposo ideal, ni creo que lo consiga ser nunca, pero me esfuerzo por acercarme.

Socializo todo lo que puedo. Que no es mucho, por mis propios condicionantes, pero sí muy reconfortante. Hay un angelito por ahí que no para de darme bola y ni se imagina cuánto se lo agradezco y cuánto hace que la quiera. Estando a más de mil kilómetros logra que la sienta muy cerca. Pero aún así intento ampliar el círculo de amigos. 

Estoy reciclándome. Nadie dijo que fuera fácil y de hecho no lo está siendo, porque mi estado me impide el pleno rendimiento. Pero después de haber encontrado varias disciplinas que me llaman la atención estoy poniéndole más ganas e interés que cuando era estudiante. Es el trabajo que tengo ahora e intento desarrollarlo lo mejor que pueda a sabiendas de que al actual le quedan tres telediarios. Qué bueno haber estado vacunado contra la egolatría, porque es que me importa un huevo haber pasado al anonimato. 

Trato de saborear cada instante. Iniciándome en el mindfulness estoy intentando conectar con el ahora y con el presente, apartándome del pasado y el futuro. Y el día que lo consiga habré derrotado a gran parte de mis fantasmas interiores. Hubo un tiempo en el que me olvidé de vivir pero al menos ya sé que fue una equivocación. 

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