Acostumbrado como estoy a
soñar con cosas absurdas pero desagradables o con algo más de lógica, pero
igualmente irritantes, celebro haber amanecido en esta mañana de jueves después
de que mi subconsciente haya recreado una situación más placentera mientras
dormía.
Resulta que por una extraña
razón que no consigo recordar me tocó un viaje a Taiwán. Y que una vez llevado
a la isla era acomodado por el director del hotel ¡al aire libre! en el que iba
a ser hospedado en una de las mejores ‘habitaciones’. Se trataba de una duna de
arena que me situaba por encima de aquellas que alojaban al resto de clientes y
que únicamente se componía de dos palmeras que servían para adecuar la hamaca
en la que iba a poder descansar. Y desde la que se oteaba una playa paradisíaca,
con aguas de color turquesa y limitada por arena muy fina. La pena fue que el viaje era fugaz y que a las
horas ya estaba en mi casa, donde pensaba presumir de la única foto que había
hecho y que ni siquiera tuve tiempo a subir a la red de Instagram.
Me quedaba un poco con la
miel en los labios, es cierto, pero cuando desperté tuve mucho mejor sensación
que en esas otras ocasiones en las que
era protagonista, o espectador privilegiado, de situaciones mucho menos
reconfortantes, más atroces. Y es que mientras trataba de descansar he llegado a
soñar cómo el mismísimo Adolf Hitler ajusticiaba a una persona con su pistola a
un solo palmo de mí. Que es algo que te
deja el cuerpo, y te hace levantarte de la cama, como ya vosotros podéis imaginar.
Total, que tan liberado me
he sentido que nada más ponerme a funcionar he buscado el significado de este
sueño por internet:
“Soñar
con una playa paradisíaca propia de una
postal de vacaciones quiere decir que eres una buena persona. La presencia del
agua cristalina y la blanca arena demuestran tu pureza a la hora de relacionarte.
No te gustan los prejuicios y sabes encontrar el encanto de cada persona nada
más mirarla, aunque nunca utilizas tus impresiones sin antes corroborarlas.
Esto es bastante positivo aunque es cierto que esa bondad te convierten en un
objetivo ideal para personas que no toleran a la gente como tú. Ve con cuidado,
aunque gracias a tu carácter, tus amigos no podrían ser más fieles”.
Bueno, pues encima ya sé que
soy buena persona. Y que tengo amigos
(realmente pocos de verdad) que no podrían ser más fieles. Pues mejor todavía.
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