lunes, 7 de enero de 2019

EL RECUERDO VIVO DE CU



Ahora que estamos sometidos a la dictadura y caprichos de Youtube recuerdo que hasta no hace mucho tiempo existían programas de descarga con los que poder conseguir los MP3 de tus canciones  favoritas. De hecho, creo que fue a través de uno de ellos cómo conocí a Cu, a una chica dominicana algo menor que yo y con la que entablé una entrañable relación de amistad que duró bastantes años.

Estoy por asegurar que todo surgió cuando comprobé que las suyas eran las únicas fuentes posibles para que yo me terminara de descargar una canción, que nunca acababa de bajar porque antes de que pudiera hacerlo ella siempre desconectaba el ordenador. Algo que se repitió cansinamente hasta que un día le mandé un mensaje en broma, porque eso también se podía hacer, en el que le venía a amenazar si me volvía a hacer la misma putada de siempre. Y lo cierto es que captó mi sentido del humor y a partir de ahí comenzamos a chatearnos, porque nos intercambiamos nuestras direcciones de MSN. Incluso, no fueron pocas las veces en las que  nos pusimos la cam pero nunca para hablar, sino sólo para vernos, pues era muy introvertida y le daba vergüenza charlar.

Ella, que se llamaba Virginia, era así de especial, una chica muy agradable y con una sensibilidad  extraordinaria. De ahí a que pasara a un segundo plano que a la vez se tratase de una muchacha muy linda o estilizada y también bastante alta, pues medía en torno al metro noventa de estatura. Que es algo que creo que le causaba algún complejo, lo que en suma suponía, siempre según mi hipótesis, que la sonrisa que yo lograba sacarle con bastante frecuencia estuviera empañada como por una especie de aureola de tristeza, de melancolía. Precisamente, me echó una de esas risas de dientes blancos como perlas cuando un día en el que hablábamos de todo le comenté que en España llamamos cucurucho al barquillo empleado para contener las bolas de helado. Y de ahí precisamente a la tontería de que ella me empezara a llamar Cu y a que yo terminara correspondiéndola de la misma manera.

 

Ya por entonces teníamos bastante confianza, me había contado gran parte de su vida y mostrado algunas de las tendencias vigentes en su país a través de unos conceptos que a mediados de la década pasada no eran tan conocidos en España. Tales son los casos de ‘flow’ o ‘reguetón’. De hecho, fue ella quien me mostró algunas canciones de este estilo que no escuché en las radios de nuestro país hasta pasada una buena cantidad de meses desde que fueron lanzadas.

El caso es que pese a que llegamos a tener una relación muy estrecha, porque yo ya por aquellas ya vivía pegado a un ordenador, el tiempo nos fue distanciando. No influyó, quiero creer, mi torpeza de ‘tirarle los tejos’ a su hermana, algo que no comprendo ahora porque la guapa era Cu, y posiblemente sí el traslado a mi nueva casa y la suma de obligaciones que fui teniendo.

Total que pese a lo mucho que merecía la pena, fue desapareciendo de mi vida aquella chica tan dulce, que tanto me transmitía con su mirada. Eso sí, su recuerdo nunca se fue del todo. E incluso avivó cuando al repasar viejos correos que había enviado a otra amiga descubrí que algunos fueron también remitidos a ella.  A un par de direcciones que, por desgracia, es lo único que me servirían de nexo para mantener vivo el contacto.




Y digo por desgracia, y utilizo el condicional, porque hoy lunes pude comprobar que esas cuentas ya no existen. Le escribí con toda la ilusión del mundo y al poco me llegó el correo devuelto. Sin duda, una verdadera pena porque es que no recuerdo sus apellidos y tampoco la tengo como amiga en Facebook (por entonces no estaba extendido su uso).

Así, lo único que me queda es realizar un último intento a través de mi primo, a quien se la presenté y quizás tenga más referencias de ella. Eso sí, a la espera de lo que pueda acontecer le deseo de todo corazón que haya cumplido su sueño de haberse venido a vivir a Barcelona. Y por supuesto, también le deseo que se encuentre bien, con salud, y que esté radiante con la familia que podría haber formado con aquel italiano que se echó de novio. Y es que ahora que la empiezo a dar por perdida no se me va de la cabeza que en cierta oportunidad, tiempo antes de perdernos de vista, me dijo que se encontraba deprimida insinuándome incluso que no descartaba quitarse la vida.

Ojalá no haya sido así, Cu. Ojalá, pero de verdad. De cualquier modo, y sea cual haya sido tu destino, que sepas que en el disco duro de mi cabeza sigues muy viva.

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