miércoles, 21 de noviembre de 2018

LUCHA DE GIGANTES


Tengo 41 años y me encuentro en un laberinto. Profesional, pero sobre todo, personal. Existencial, diría. El mobbing del que fui objeto durante dos años en la empresa a la que consagré mi vida me llevó al colapso, a un grado insoportable de ansiedad. A un cuadro depresivo que me llevó incluso a planteármelo todo, hasta lo que resultaría indecente por observar que soy padre, soy esposo y soy hijo. Y aunque hablo en pasado, lo cierto es que llevo de baja más de seis meses porque no me encuentro bien. Con más frecuencia de la deseada, ronda la amenaza y floto a duras penas en un mar de confusión en el que la corriente no amaina. Sobre el flotador de la medicación, y del asesoramiento médico, pero sobre todo psicológico, trato de encontrar un afluente, una salida. Y dejando testimonio de ello no pretendo ganar un Pulitzer ni tampoco concitar a las masas, sino sólo desahogarme y así ayudarme a vencer en lo que verdaderamente está resultando una Lucha de Gigantes.



Ah, se me olvidaba, mi nombre es Andrew Dufresne y mi enemigo, o uno de ellos, es un monstruo de papel, como canta Antonio Vega.








No hay comentarios:

Publicar un comentario