viernes, 30 de noviembre de 2018

EL DÍA DE LA MARMOTA


Esta mañana cuando me desperté más tarde de lo habitual por estar al cuidado de mi hija durante la madrugada me dije: cuando llegue el viernes tengo que volver a acudir a la cita del intercambio de inglés. Pero es que resulta que ¡¡¡hoy es viernes!!!, como bien me ha recordado pececilla mientras charlamos por teléfono. Y el ser consciente de que no era un error, de que verdaderamente es así, me ha caído como un jarro de agua fría más que animarme. 

Principalmente, porque me está dando la sensación de que estoy perdiendo la noción del tiempo. Desde que estoy de baja me construí un mundo paralelo a ese en el que me sentí maltratado. Y poco a poco fui llenando de actividades mi día a día sin tener referencias claras del momento en que me encuentro, pues, por ejemplo, no suelo seguir ningún programa de televisión semanal que sirva para situarme.

Pero es que aparte también me ha sentado mal que ya sea viernes porque tengo la sensación de que no aprovecho bien las horas. Los especialistas que me están tratando me dicen que vaya poco a poco, pero quisiera estar de productivo como cuando estaba activo. La quimera le pega una bofetada a mi auto-disciplina.

El caso es que ahora que recojo la brújula y hago repaso de la semana que ya tocó a su fin recuerdo que ya pasé por el lunes porque fue cuando visité a la psicóloga. Y también que hoy no podía ser miércoles porque entonces cuando pasé revisión con la médica de cabecera. Y así, claro, es más fácil discernir en qué momento estoy. Pero claro, el caso es que no suelo hacer repaso por estar más preocupado en rellenar mis horas que de otra cosa. Aunque quizás se deba todo a que la medicación me aturde un poco. O, a que, simplemente, estoy viviendo días sin huella de manera repetida. Como el de la Marmota.



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