Acostumbrado como estoy a
dirigirme a grandes audiencias, me resulta una auténtica novedad que los ecos
de este blog semi clandestino puedan no llegar a alcanzar más de un milímetro.
La distancia justamente que siento que avanzo todos los días en aras de escapar
de este laberinto en el que me encuentro. No es esperanzador que la suma de
tantos esfuerzos o, al menos, de unos
cuantos, generen tan lentos progresos (o al menos así lo veo yo mientras estoy de bajonazo). Pero bien es verdad que ahora al menos
sé dónde estoy y comienzo a tener claro qué es lo que quiero y lo que no.
Ayer escuchaba decir a la
amiga de mi mujer que la solución a un determinado problema llega un día de repente, sin esperarlo, como por sorpresa. Y es posible que así sea, porque en alguna otra
oportunidad me ha sucedido. Pero la espera de ese golpe de fortuna puede resultar muy dura. Y ante eso,
sólo queda agonizar o intentar 'disfrutar' del camino, lo cual también supone
otro reto.
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