Me resulta más que razonable que los padres Laura Luelmo, la profesora de dibujo asesinada en El Campillo
(Huelva), hayan realizado en
las últimas horas un comunicado para solicitar a los medios de comunicación que "eviten
polémicas, especulaciones, emisiones y comentarios públicos que sólo
agravan" la angustia y el dolor que sienten por lo ocurrido.
Aunque me temo que el manifiesto caerá en saco roto, pone sobre la mesa el debate de hasta dónde se está llegando con tal de vender un periódico o lograr un clic en cualquier página web, en el caso de los medios escritos.
Aunque me temo que el manifiesto caerá en saco roto, pone sobre la mesa el debate de hasta dónde se está llegando con tal de vender un periódico o lograr un clic en cualquier página web, en el caso de los medios escritos.
Yo he vivido esta peligrosa
tendencia desde el otro lado de la trinchera, que es donde al mismo tiempo se
aboga por una propensión a lo políticamente correcto que convierte este par de
postulados en pura hipocresía. Para que nos entendamos, por un lado se te insta
sutilmente a evitar en tus artículos vocablos como “polla”, “culo” o “mierda” –incluso aunque hayan sido pronunciados por el protagonista de tu información, vaya a ser
que se sienta ofendido cualquier lector– y por otro te piden que seas prolífico en la búsqueda de temas humanos que aborden la miseria en sus más diferentes
formas por escabrosos que puedan ser. Y todo, sin escatimar en detalles.
Así, por ejemplo, yo he llegado a ver en una portada desparramando sangre a la víctima mortal de un accidente de tráfico. Ahí, con dos cojones. Para que quede bien claro quién era el fiambre. O también he visto como en la introspección de una ONG
como el Teléfono de la Esperanza se puede llegar a desechar a los actores
constructivos –pongamos por caso las personas que soliviantan las penas del prójimo– y se convierten en
objetivos periodísticos aquellos que bajo el manto de anonimato buscan palabras de ánimo al
otro lado del hilo porque pueden estar viviendo situaciones límites que le
hayan hecho incluso plantearse la opción de quitarse la vida. De este modo, si
te haces con uno de estos últimos, y encima logras que te cuente hasta el más íntimo detalle de su tragedia, habrás triunfado. Con un titular como "me quise cortar las venas" presumirás por unas horas del simbólico título
de periodista ejemplar que te otorgará el jefe de turno.
Es en síntesis la crisis de
valores que se vive en el sector periodístico por la drástica reducción de ventas o de
audiencias. La X en forma de rentable, e indecente, morbosidad, que ayuda a resolver la
ecuación de los contables.
Lo dicho: "polla", "culo"... pero sobre todo, "mierda".
Lo dicho: "polla", "culo"... pero sobre todo, "mierda".
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