sábado, 8 de diciembre de 2018

FUERA DE LUGAR

Nunca te creas a pies juntillas lo que dice un determinado medio de comunicación en relación a causas o hechos políticos. O, al menos, fíjate en el enfoque que se le da a la información o incluso en el contexto, el espacio o el momento en que se transmite. Y si puedes, compara con visión crítica cómo se le da tratamiento a la misma noticia en otro medio. Esto es lo que suelo (solía) decirle a los amigos tras la barra de un bar cuando de lo que se trata(ba) es (era) de comentar un suceso reciente, que ellos me suelen (solían) referir con los mismos puntos de vista con los que se los han (habían) presentado, quedando así anulada sus capacidades de análisis y por tanto, la posibilidad de que lo perciban (percibieran) desde una perspectiva más objetiva.

El inevitable desembarco en los medios de comunicación de grandes grupos empresariales trajo consigo que éstos priorizaran los intereses de sus respectivos mecenas sobre las realidades objetivas. Y encima, la irrupción de las nuevas tecnologías como internet está motivando una mayor deformación de la noticia –cualquiera sin conocimientos de periodismo puede crear un blog informativo con todo lo que ello supone–. Pero es que aparte internet ha propiciado la caída de las ventas de periódicos y por tanto, la disminución de sus ingresos en concepto de publicidad. La gente ya no tiene que esperar a la apertura de los kioscos para conocer cómo y por qué ha tenido lugar un determinado acontecimiento y eso está suponiendo un auténtico drama para el papel, pues encima sus gurús no acaban de comprender que la supervivencia del mismo pasará por disponer de una buena plantilla de profesionales. Por contar con periodistas con capacidad, fuentes y el talento necesario para seguir elaborando un buen producto con el que combatir y reducir los efectos negativos que ya siempre le va a causar la inmediatez que otorga internet.

En ese contexto en el que la tensión en los rotativos pasa a ser máxima porque los que mandan quieren seguir obteniendo los mismos beneficios fue precisamente cómo se fue produciendo también mi colapso profesional. Para que los dividendos sigan siendo positivos la única fórmula que se aplica es la reducción de costes y las redacciones dejan de tratarse de hervideros en los que se cuecen noticias para convertirse en junglas en las que la máxima siempre es el sálvese quien pueda. Y en esas se suele imponer la ley del más fuerte, del que goza de mayor respaldo (enchufe) o de quien tiene mayor capacidad para debilitar al rival en el que pasa a convertirse el compañero. 

Pero nunca, o en mi caso no, suele jugar a favor de uno los méritos, por triste o incomprensible que parezca. Sobre todo, si el que manda sólo está, o sabe estar, preocupado por los números porque es que encima lo han buscado específicamente para eso, pues lo frecuente es que al frente de los medios estén licenciados en empresariales o similares, no periodistas. Y eso es otro drama que he vivido en propias carnes, porque al final no se habla el mismo lenguaje y hace que te sientas un extraño, fuera de lugar. En ese ámbito y también en otros por la tristeza que eso te genera. 




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