Si en este tiempo que llevo
de baja no hubiese estado tan recluido y me hubiera dedicado a airear los
comportamientos que tuvo conmigo el mediocre del narcisista compañero que me hizo la vida imposible más de uno
ya me estaría dando la razón. Incluso, sin haber trabajado codo con codo con él
como fue mi caso.
Y es que en una buena
muestra de lo que ya da de sí su prepotencia
y soberbia, el muchacho no ha tenido otra cosa que escribir en su estado
de WhatsApp un mensaje casi idéntico al siguiente sin ningún tipo de icono que disfrace la amenaza velada:
“Tengo una serie de capacidades
específicas que he adquirido a lo largo de mi trayectoria profesional y que pueden ser una
pesadilla para usted”.
Ahí, con dos cojones, tras el adiós también de otros dos compañeros que estaban fijos y con los que se sabía que no tenía buena relación. Hay que ser cretino… pese a que la
frase venga entrecomillada y así tenga coartada para decir que no es
suya.
Se ve que no le importa que descubran su verdadera cara todos los
contactos que tendrá en la agenda, políticos, deportistas o jefes incluidos. De
estos últimos es la verdadera culpa de
que ande suelto por redacción semejante sujeto. Total, que para este tipo de majaderías se ve que
alcanza incluso lo que habrá hecho por él su papá, un reconocido empresario de
la zona con sobrada capacidad para invitar a los gerifaltes a determinados placeres.
Porque me van a perdonar la inmodestia, pero ese no es la mitad de periodista que yo.
Por mucho que lo haya intentado hasta de perfil. Y por mucho que yo me esté viendo como me esté viendo y él siga ahí. Desparramando sus temores y complejos.
Repito: para verdades, el tiempo.
Repito: para verdades, el tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario