Invertía parte de la mañana
de esta Nochebuena en estudiar, o al menos en intentar concentrarme, cuando de
repente distrajo mi atención uno de esos odiosos anuncios publicitarios que cada
vez con más frecuencia se cuelan entre canción y canción en Youtube. Lo que pasa es que
este no me resultó odioso, sino entrañable y cercano. Muy humano.
Seguro que todos los lectores de este
blog semi clandestino ya lo habrán visto por televisión, pero es que como yo no
consumo de eso pues me ha resultado nuevo.
Y lo suficientemente estimulante
como para cambiar de planes. Eso de llevar mucho tiempo sin ver a gente que era
muy de mi entorno ha motivado que cogiera el móvil y me pusiera a felicitar las
fiestas navideñas, cuando los planes eran otros. Y muchos de los retornos han sido francamente emocionantes. Por
ejemplo, una pareja de Navarra de la que mi mujer y yo nos hicimos amigos en el
viaje de novios me respondió con una foto juntos en la que deseaban que “nos viéramos pronto”. Como en el anuncio. Mientras, dos dirigentes con los que llegué a tener mucha complicidad, y
que ahora no pasan por sus mejores momentos, me reconocieron que “les alegraba” saber de mí. Como en el anuncio. Y encima, la que
es mi mejor amiga me reiteraba su voluntad de apoyo con una despedida muy
bonita, lo cual quizás aliente la posibilidad de un reencuentro. Como en el anuncio también.
No quiero pensar qué hubiera
pasado si me hubiera quedado esperando. Ellos no me lo van a decir ni yo se lo
voy a preguntar. O sea, que ya nunca lo sabré. Pero confieso que el temer no
encontrar la calidez con la que yo me he presentado también me ha llevado a lanzarme.
Pese a todo es Navidad. Y es
de verdad que a veces suceden cosas mágicas.
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