Dice un viejo adagio periodístico que "para
verdades, el tiempo". Y a él se agarran los profesionales de la
información para tratar de reforzar una certeza que, sin embargo, no pueden
demostrar al instante.
Viene esto a colación porque esta semana tendré que pasar
por la consulta de hasta tres profesionales para que evalúen mi estado clínico.
Y porque por desgracia he ganado credibilidad para demostrarles que no mentía cuando les aseguraba que en el periódico se respira un
ambiente altamente tóxico.
Resulta que, tal y como están de precarias las cosas en
los medios de comunicación, dos compañeros de plantilla han decidido hacer las maletas, y renunciar a sus respectivos finiquitos, desde que yo empezara mi baja.
La una, que ahora se presenta en Twitter como profesional de otro gremio (pero
sin aclarar si tiene empresa en la que desarrollar sus funciones) no tuvo que
irse muy contenta porque es que encima aprovecha la red social para pegarle
palos a la que fue su casa. Ver para creer, a tenor del idilio que llegó a mantener con sus superiores. Y del otro sólo sé que ha recalado en el negocio familiar en el que pudo tener acogida antes incluso de que fichara por el medio
al que yo sigo perteneciendo legalmente.
A decir verdad no he hablado con ninguno. Ellos no se interesaron por mí y yo tampoco lo voy a hacer por ellos. Así de claro. Pero conocidos sus
precedentes, y las condicionantes a las que tuvieron que enfrentarse, me queda
claro a qué se debe sus cambio de aires. Cuáles son las razones de que se hayan decidido a dejar uno de los dos únicos medios de la ciudad en los que se paga relativamente bien.
Pero es que mucho me temo que no van a ser los únicos en
darse el piro. Y si no, dejemos pasar las fechas. Será entonces buen momento
para volver a recordar que "para verdades, el tiempo".
No hay comentarios:
Publicar un comentario